lunes, octubre 28

Satellite's gone up to the skies

Era 1996, o 97. Mas o menos como a esta hora prendía el primer cigarro. Vivía en el cuarto de servicio de la casa de mis padres. Un mundo aparte donde escribía en el cuaderno reciclado de 300 hojas, (cuadrícula chica) y leía en pequeñas porciones un libro de Anne Rice que no recuerdo si me gustó.
Ese cuarto me regaló varias noches de lunes con Jordi Soler leyéndome al oído y  a Lou Reen invitándome a despegar un poquito del suelo con Satellite of Love.
Años despues me gusta regresar a casa con Lou, como un buen preludio al descanso despues de trabajar o de una fiesta. Me subo al carro y agarro periferico (o circuito o patriotismo o revolución) sintiendo el despegue.
Rebotan en mí los recuerdos de un mundo mas fácil. Y la levedad me conquista ahora, a pesar de ser fin de domingo.

jueves, agosto 29

He empezado a olvidar cosas. Estoy consciente de que es un mecanismo de defensa para no seguir doliéndome tanto. Y es que en estos dos meses han pasado siglos!! Hoy justo después de bañarme me asomé al espejo para ver cuánto ha cambiado mi rostro. Me noté un par de arrugas debajo de mis ojos.
Tengo un recuerdo -del que he empezado a olvidar detalles- al que recurro cuando estoy triste. Eran como las 4 am. Me desperté sin sobresalto, solo abrí los ojos y desconocí el lugar por un momento. Esa habitación donde había pasado muchas noches desde el 2010 de pronto empezaba a perder familiaridad, como presagio a lo que vendría meses después.
Hace dos sábados hice una lista de objetos perdidos en un intento fallido de recuperar los detalles de mi recuerdo que perdí en la transición. De esa lista, recuerdo perfectamente los que dejé en tu casa. No recuerdo como ni bajo qué circunstancia. Solo sé que están ahí.
Los demás objetos se encuentran en alguno de los 4 puntos que me gusta llamar “hogares temporales” y en ninguno de los casos he hecho ningún intento por recuperarlos. Tengo la fantasía de que algún día regresaré por ellos.

No son regalos. Guárdamelos un ratito en lo que pase el siniestro.

miércoles, agosto 28

does it mean something?


Música para esperar el tren sobre las vías. O sentada en la orillitita del abismo. O en lo que hacen efecto las pastillas.

Música para escuchar acurrucada en la esquina más oscura de la habitación. O en el auto, en carretera de noche. O en la sierra con su frío de montaña. O en el desierto lunar.

Música para matar el tiempo, o la tristeza, o a uno mismo..

Just gettin´better.





lunes, junio 24

Tres momentos antes de dormir:


1. Ballad in Urgency - The Black Crowes
2. Mr. Tambourine - Bob Dylan
3. Protection - Massive Attack


jueves, mayo 30

Mis insomnios son tardes de domingos aburridos.


El ritual inútil para antes de dormir: el té de yerbas, el comprimido de Zolpidem, lavarme los dientes, ponerme la pijama, decir mis oraciones.

Comienzo entonces a acomodarme. Inician las vueltas en la cama, mismas que después de octubre se han vuelto más cuidadosas y menos frecuentes. Duermo ligera, sin calcetines ni edredones pesados, del lado derecho de la cama, el izquierdo es reservado y solo invadido en ocasiones.

Procede un espacio de unos 15 minutos o más en buscar figuras en el tirol del techo.

Después del ejercicio de imaginación, comienzan los ensayos mentales de conversaciones que nunca tendré, como cuando le pido un aumento a mi jefe, o como cuando te digo que he decidido dejarte. Ninguno jamás tendrá espacio en un plano real, o por lo menos compartido.

Calculo unos 40 minutos desde el té y el zolpidem. En la caja de comprimidos se aconseja tomar la dosis en cama, debido al efecto casi-inmediato (15 minutos según las instrucciones). Yo tardo más. Veo el reloj del buró para confirmar mi cálculo.

Me paro al baño.

Regreso, prendo la luz de la lamparita y leo. Mi concentración es casi nula, tardo varios minutos y varias reversas para pasar una página. No entiendo. Leo de nuevo. No entiendo. Leo de nuevo. Entiendo a medias. Me conformo. Mañana lo leeré de nuevo para entender mejor. Apago la luz

Paso una hora y media totalmente estéril. Me levanto de la cama y prendo un cigarro a lado de la ventana.

Las conversaciones ficticias regresan en respuestas posibles de mis interlocutores. Mi jefe no solo aumenta mi sueldo, me da una promoción, una oficina nueva  y 20 días extras de vacaciones, o me despide. Tú me pides que no te abandone –abro los ojos abruptamente-

Prendo otro cigarro.

En cualquiera de los escenarios (con mi jefe o contigo) termino huyendo de la ciudad o del país hacia un lugar en donde me cambio el nombre y empiezo de nuevo. Ampliando mi ejercicio de imaginación.

Han pasado 90 minutos desde la última vez que ví el reloj.

El zolpidem es una promesa no cumplida.

Yo comienzo a acercarme al espiral de la sumisión onírica cuando comienza la etapa filosófica-existencial de mi noche de insomnio. El conteo de minutos se frena en un espacio/tiempo inverosímil donde desde las 11 de la noche a la fecha han pasado millones de años (o tardes de domingo) y comienzo a cuestionármelo todo.

Me deprimo y lloro

Dentro del llanto y los lamentos, logro conciliar el sueño y mi corazón, esperando que el descanso no solo sea físico.

Suena el despertador. 5:30 am. Frío matutino y laboral.

Bueno.  Al menos se acabaron los domingos.


viernes, enero 18




Eran como las 2 am de un miércoles del 2006. Veníamos sobre el periférico. Me quité los zapatos para descansar de los tacones que literalmente me obligaste a usar esa noche. “Es que me gustas cuando te ves más alta que yo” decías. 

Bowie era de las cosas que más se escuchaban cuando iba contigo. Yo cantaba quedito y tu solo tarareabas.

“I've never done good things, I've never done bad things, I never did anything out of the blue”

Yo dormitaba mientras tú manejabas de regreso a casa. Cerraba los ojos y agarraba fuerte tu mano, mientras te pedía que manejaras despacito.

Cuando llegamos a casa, y después de despertarme para bajar del coche, soltaste un “¿Y si nos casamos?”… No me acuerdo que contesté…

viernes, octubre 12

Oxala, que a vida me corra bem, oxala. oxala, que a tua vida tambem...



Me llueven los ojos desde hace mas o menos dos semanas... Me asusto fácilmente y busco rinconcitos seguros en los abrazos que he recibido los últimos días. Recibo y transmito amor bien puro, limpiecito, como hace mucho no lo hacía. Creo que hasta respiro mejor...


domingo, septiembre 2



“¿Cuales de todas tus cosas no compartirías conmigo?” soltaste la pregunta sin ningún preludio. Estábamos tendidos en esa alfombra gris de gusanitos en donde me perdía desde hace unas semanas. No estuve nunca sorprendida por tus preguntas. Habíamos llevado ya unos meses en la dinámica de tus preguntas curiosas y mis animadas respuestas.
Me vinieron en rush todas ellas, como un gran formulario de aplicación para un empleo. La primera que hiciste después de 5 años de no vernos fue “¿porqué te alejaste?” Mi respuesta a esa pregunta fue automática, pero bien pensada finalmente, sin titubeos contesté “Nomas, por supervivencia”, y me pareció haber satisfecho tu curiosidad.
Muchas de las preguntas que me haces guardan filosofías orgánicas. No he descubierto el hilo negro hasta ahora. Y creo que en algún momento ya estaba preparada para responderte.
Otras que haces abarcan un infinito de respuestas que lo único que atino es a quedarme callada, suspirar, pedir 5 minutos y cerrar los ojos. Luego te me quedas viendo, por segundos que duran siglos y dejas de insistir que conteste.
Creo que esas respuestas son las que no comparto, esas que se me hacen polvo y desgaste. Y entonces me callo, suspiro, pido 5 minutos y cierro los ojos… Acostada en la alfombra de gusanitos grises volteo y ya me observas unos segundos..